Una carta que relata como se siente despedirse de su bendita tierra

No sé dónde voy yendo
Pero sé de dónde vengo,
Claro desde cero lo que tengo,
A nombre de muchos, no me detengo
Miles se han ido por esperanza
Que algún día la vida cambie su danza,
Que quizás algún logro se alcanza
O que del labor valga la alabanza
Hoy hablo en nombre de la diáspora,
El que, con la patria, su casa decora,
Piensa en sus raíces y se enamora
Por tantos los recuerdos que añora
El águila se llevó mi realidad,
Pero jamás se robó mi identidad,
El frío se volvió nuestra realidad
Pero nunca murió nuestra felicidad
Pensando que fuimos traicioneros,
Mientras se hunde, abordamos veleros,
Se valía tener miles de peros,
Aun así, toco irse a la hora cero
Mucho tiempo jurando que era correcto,
Nuestra lucha era dura como el concreto,
Nos decíamos que todo era perfecto,
Que no existía tiempo de lamento
De repente, tuvo fin esa ilusión,
No valdría ningún tipo de emoción
Que pudiera ocultar esa noción
De extrañar ese calor de la nación
Que me abrazaran sus suelos,
Sentir que no hacía falta vuelos,
Vivir era posible, mentales eran los duelos,
Solo había que creer y rezar hacia los cielos
Un paraíso donde se derrite la nieve,
Prefiero donde un 25 de diciembre llueve,
Donde el amor del pueblo me eleve
Y que, de vecino a vecino, todo se resuelve
El paraíso buscado siempre lo tuvimos
Aunque por ignorancia nunca vimos,
Con tanto apuro de querer irnos,
Al final, quisimos mentirnos
Canto por sus vientos sin voz,
Lucho por el abrazo de vos,
Patria mía como tú, no hay dos,
Quisiera vivir tus himnos y coros
Busco lo que una vez, en manos tuve,
Te solté y ahora vuelas alto por la nube,
Me despedí, pero pensándote me mantuve,
Para ver si volvía contigo como cuando estuve…
Gracias mi querido Puerto Rico, por darme un lugar a donde siempre volver. Algo es tener cuatro paredes donde dormir, pero es diferente poder saber que mis raíces aun viven en tu suelo…
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